De niña devoraba los tebeos de mi época: Zipi y Zape, Mortadelos, Pumby, etc, y ya un poquito más adelante me hice adicta al Lily, aquel tebeo para niñas donde encontrabas cosas de los cantantes del momento además de historietas y, gracias al cual, conocí a la entrañable Esther de Purita Campos.
Años de sequía lectora de cómics (no encontraba cosas que me atrajesen lo suficiente) fueron seguidos por otros en los que ya forman parte de mi biblioteca junto a la novela, ensayo, poesía, etc. No todos los compro, algunos los llevo en préstamo de la biblioteca pública aunque en la que tengo más cerca no es que haya mucho fondo.
Éstos son los que he leído recientemente, y vaya por delante que aunque tienen estilos diferentes todos me han encantado. Son estupendos.Años de sequía lectora de cómics (no encontraba cosas que me atrajesen lo suficiente) fueron seguidos por otros en los que ya forman parte de mi biblioteca junto a la novela, ensayo, poesía, etc. No todos los compro, algunos los llevo en préstamo de la biblioteca pública aunque en la que tengo más cerca no es que haya mucho fondo.
Encontré de segunda mano Las Calles de arena de Paco Roca a mitad de precio en Gijón y ese día lo comencé a leer sumergiéndome así en un viaje kafkiano, interesantísimo y con unos personajes realmente sorprendentes e imaginativos, como el del cartógrafo agorafóbico (¿os imagináis?). Cuenta la historia de un chico un poco agobiado tras una llamada de su novia que le recuerda que ese es el día de su aniversario y que ha de apresurarse porque deben verse para acudir a la firma de la hipoteca. Después de comprarle un regalo parte a su encuentro, pero se equivoca de calle y se pierde... Ahí lo dejo.
Creo que en algunos momentos, mienras leía , yo debía tener los ojos como platos porque encontré sus imágenes exquisitas y la historia sorprendente y claustrofóbica a más no poder. Me gustó lo onírico de la propuesta, el colorido de ciertas imágenes, los dibujos, vaya, todo, todo. De su autor, Paco Roca, ya había leído Arrugas (cuya adaptación cinematográfica está nominada al Goya a mejor película de animación) y me había gustado, pero estas calles de arena me parece inmejorable.
Mi organismo en obras de Fermín Solis es un imprescindible para
cualquier amante del género y esencial para todos aquellos que fuimos adolescentes en los 80. No veáis la de cosas con las que os identificaréis... Fue muy divertido ver como el protagonista pasaba de la infancia a la adolescencia pasando por casi las mismas visicitudes que yo. Cómo me reí al reconocerme en ese "¿Nos vamos a mirar la revista del Discoplay?" que le dice el protagonista a su pandilla cuando están muertos del aburrimiento en el parque. Anda que no pedí yo cosas: mi camiseta de Bowie, la de Nina Hagen, la sudadera de Bronsky Beat, la cintas de Kaka de Luxe o de Radio Futura.
Pinchando AQUÍ podéis ver el blog de Fermín, Las pelusas de mi ombligo.
Pollo con ciruelas fue mi autorregalo de la noche de Reyes de este año. También de segunda mano, a mitad de precio. Adoro lo que cuenta Marjane Satrapi y cómo lo cuenta. Si ya Persépolis es para mí un must, Pollo con ciruelas me habla de la necesidad de seguir leyendo sus cómics (algunos me llamaréis necia pero me sigo negando a utilizar el término novela gráfica).
Brevemente: Nasser Alí, músico virtuoso y padre de familia, decide morir cuando su mujer, en un arrebato de ira, le rompe su tar, instrumento que le ha acompañado toda su vida. Es más breve que Persépolis pero no le falta nada de lo que me enganchó del primero: los personajes, los momentos dramáticos salpicados de vez en cuando por notas de humor (véase el viaje que hace el protagonista con su hijo pequeño en autobús), la estructura atrevida (es una sorpresa en este Pollo con Ciruelas y no lo voy a desvelar), esos flashback de la infancia de los personajes...