THE REMAINS OF 2013 (II)

sábado, 1 de febrero de 2014

El año pasado volví (en realidad nunca la abandoné) a la literatura que me hizo amar la  literatura: la española anterior a los 80. Todo comenzó a los 12 con El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio y continuó con una antología de Antonio Machado... y hasta hoy, muchos años ya transcurridos desde mi adolescencia.
Encontré a un precio irrisorio Nosotros, los Rivero de Dolores Medio y me dije que era el momento de leerla y me apetecía. ¿Cómo una asturiana de pro y admiradora de las letras no había leído aún esta mítica novela? Pues creo que por lo de siempre, ahora leo esto, ahora lo otro, etc. Lo bueno es que como dice un amigo mío "los libros no caducan y están ahí siempre esperándonos".
Dolores Medio estudió Magisterio y ejerce como maestra hasta que gana un premio literario con Nina (1945). Entonces se traslada a Madrid a estudiar periodismo y a colaborar con el semanario Domingo. El momento clave de su carrera como escritora llegará en 1952 cuando gana el premio Nadal con Nosotros, los Rivero. Esta es una novela ambientada en Oviedo (Vetusta en la novela) desde finales de los 20 hasta la revolución de octubre del 34 que causó verdaderos estragos en Asturias.
Los Rivero son una familia de comerciantes con mucho orgullo que en un momento dado vienen a menos. Lenita, la pequeña del clan, es la narradora de este relato, comenzando la narración con una Lena ya mayor que regresa después de una larga ausencia a su ciudad natal y recuerda su infancia junto a sus dos hermanos y su media hermana, la coqueta chica que un día abandonará el hogar sin dar explicaciones; su columpiarse en las cadenas de la Universidad, que se emplaza junto a su casa en la calle San Francisco. Su mundo lo habita también la tía solterona que vive con ellos y el círculo de amigos que se reune en el comercio de sus padres con asiduidad. Pero llegan malos tiempos y todo se desmorona: la ciudad, el negocio, los falsos amigos y sobre todo la familia que debe trasladarse a un barrio más lejano (lejano para el pequeñito Oviedo de la época, claro) y con la ausencia del padre.
Tras leer esta novela, mis paseos por Oviedo ya no son lo que eran. Mentalmente repaso los pasos de Lena, los sitios que menciona en la novela, me detengo ante detalles que aún conserva la ciudad y que la narradora me descubrió.
Tras la novela ganadora del Nadal, Dolores siguió escribiendo obras como Diario de una Maestra o El fabuloso Imperio de Juan Sin Tierra, entre otras muchas, y escribió hasta su muerte en Oviedo, la ciudad que la vio nacer en 1916.
La escritora Rosa Chacel
Después de esta magnífica novela me pasé a otra novelista de la que aún no había leído nada: Rosa Chacel. Siempre quise haber leído Memorias de Leticia Valle y con poco tiempo de diferencia compré, de segunda también, además de éste, Acrópolis y Barrio de Maravillas.
Rosa Chacel nace en Valladolid pero a la temprana edad de 12 años se va a vivir con su familia a Madrid donde estudiará Bellas Artes en la escuela de San Fernando. Comienza a vincularse con la bohemia intelectual de los cafés madrileños y pronto se casará con el pintor Timoteo Pérez Rubio con el que tendrá un hijo. Vive esporádicamente en distintos países de Europa y, desde ese momento, beberá de la literatura de Joyce y Proust, entre otros. Se va de España al estallar la Guerra Civil y tras un periplo europeo, finalmente se asentará en Brasil. Autora de poesía, novela, ensayo y biografías, quizá sean sus novelas estandarte Barrio de Maravillas (1975)  y Memorias de Leticia Valle (1946). Este último, narrado por una joven Leticia, son sus memorias una novela de crecimiento que arrancan con una preadolescencia en aquellos años tristes de España en un pueblo de Valladolid, donde la niña Leticia se enamora de Daniel, su mentor y además archivero de Simancas, hombre con gran bagaje cultural.
Es una novela de la que uno olvida la época en la que fue escrita por lo vanguardista de su redacción (a Chacel se la enmarcó dentro de la generación del 27, exponente de la vanguardia más vanguardia de todos los tiempos).
Me resultó curioso descubrir que Dolores y Rosa no eran coetáneas como yo siempre había creído y que Rosa Chacel era catorce años mayor que la asturiana.
Y si las dos novelas anteriores me gustaron muchísimo, Una historia de Amor y oscuridad (2003) de Amos Oz (Jerusalén, 1939), se lleva  el primer lugar en el podio de mis mejores lecturas de 2013.
La tenía desde hace un tiempo en casa, puede que desde le premiaron con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Me  pasé el mes de diciembre con las memorias de Oz. Una joya, una exquisitez de principio a fín: 
Nací y crecí en un piso muy pequeño, de techos bajos, y unos treinta metros cuadrados: mis padres dormían en un sofá cama que ocupaba su habitación casi de pared a pared cuando lo abrían por las noches. Por la mañana temprano plegaban el sofá sobre sí mismo, escondían la ropa de cama en al oscuridad del cajón de abajo, daban la vuelta al colchón, cerraban, empujaban, lo cubrían con una funda gris claro y unos cuantos cojines bordados de estilo oriental, ocultando cualquier rastro de su sueño nocturno. Así pues, su habitación servía de dormitorio, estudio, biblioteca, comedor y salón.

Este es el comienzo de la historia que no transcurre linealmente y en progresión sino que teje todas las historias de los suyos antes de que el naciera, la vida de sus tíos y tías (algunos de ellos son voces narrativas en el texto), de sus abuelos y de sus padres. Cuenta también la historia de los judíos que llegaban a la ansiada Sión huyendo de los pogromos, de los que se quedaron por el camino como su primo Daniel a quien con tan solo tres años mataron en un campo de concentración, de la Guerrra de los Seis Días, de la oscuridad de las cosas, de los malos momentos, de la enfermedad de su madre y su posterior suicidio cuando él era tan solo un niño de doce años, de la frustración de su padre por nunca alcanzar el puesto universitario que se había merecido desde siempre. 
Frente a la oscuridad vive el amor, de él está llena esta soberbia obra. Me hubiese quedado entre sus páginas mucho tiempo más, adormecida, sin querer que el tiempo pasase y que la historia no llegase a su fin. Sé que algún día volveré a ella.

3 comentarios:

Marie dijo...

Continuo anotando y como no voy a hacerlo...Tengo que leer a Amos Oz. En cuanto lo haga vuelvo para contarte, porque tal y como has hablado de él, su lectura no me va a dejar indiferente.
A Dolores Medio no la conocía y me temo que tengo grandes lagunas en lo que se refiere a la literatura española de principios de siglo XX.
Casualidad es que si conozco a Rosa Chacel, y además casualidad pura y dura, porque encontré sus Diarios (Alcancía, Ida y Vuelta) en una librería de segunda mano y sin ni siquiera conocer a la autora me los llevé a casa.

Me gusta muchísimo leer diarios y el de Chacel me proporcionó muy buenos momentos de lectura. Habla sobre sus viajes por América latina, una estancia en nueva York gracias a una beca, críticas de un montón de películas y libros... Un recorrido íntimo que ademas me dio muchas ideas de lectura. A ver si un día le doy una oportunidad a una de sus novelas.

Miss Winnifred dijo...

El de Oz es muy, muy, (podría escribir este "muy" miles de veces) recomendable. Un lujo.Si lo lees, no dejes de contarme, vale?
Dolores Medio, a pesar de ser una escritora merecedora del Nadal cuando era un premio más prestigioso de lo que es ahora, es una escritora muy conocida en Asturias y parece que muy poco fuera de aquí. Nosotros , Los Rivero está descatalogada pero se encuentra en portales de segunda mano a precios que oscilan entre los 2 y los tres euros.Preciosa la novela.
Ahora soy yo la que tomo nota: Los diarios de R. Chacel. Lo que he leído sobre su persona me parece de lo más interesante y no solo por ella si no por el círculo en el que se movía y por su militancia antifranquista.
Bsos

Zazou dijo...

Leí el de Rivero hace muchísimos años, en una época de fascinación por las escritoras españolas (Laforet, Salisachs, Matute...) y no recuerdo mucho de él, pero sí que me dejó una buena sensación. Igual que Chacel.
Amos Oz está aguardándome todavía, pero espero ponerme con él en algún momento.