Aunque digan que segundas partes nunca fueron buenas, yo no lo puedo tomar como dogma de fe, y si no baste citar El Padrino II, Toy Story 2 y mi regreso al club de lectura al que hace años acudía.
Volver a supuesto recuperar amistades y ganar muchas otras que me han aportado momentos muy enriquecedores, tanto a nivel personal como en lo que a lo estrictamente literario se refiere.
En cuanto al último de los puntos, el enriquecimiento va relacionado con la variedad de lecturas que hemos hecho y que de no ir al club, seguro no hubiese tocado y no por desconocimiento de los autores, ni por desgana, simplemente que por inercia, una suele escoger más literatura inglesa y española que en otras lenguas.
Y me voy ya con un muy breve repaso de ellas:
Memorias del Subsuelo de F. Dostoievsky. Era un libro
que además tenía en casa pero tuve una etapa rusa sobre los veinte años que después entró en secano hasta esta lectura que disfruté mucho aunque no pasó lo mismo para el resto de contertulios, que acabaron un poco locos.
Pandora en el Congo de Albert Sánchez Piñol. Nunca antes había leído nada suyo pero sí conocía sus libros de verlos en las librerías. Ésta me encantó ya desde las primerísimas líneas y lo leí en muy poco tiempo sin apenas poder soltarlo.
A un escritor, que escribe novelitas de tercera fila para otro escritor de gran éxito, le ofrecen escribir la historia de un hombre entre rejas acusado de un asesinato. El encargo lo realiza el abogado del reo que cree que con esas memorias le dejarán libre y quedarán muchas cosas claras. Así pues tenemos una narración dentro de otra y una historia trepidante y cargada de misterios y mentiras que no se desvelarán hasta the very end. La recomiendo muy mucho.
Los Parentescos de Carmen Martin Gaite. Hablar sobre la obra y sobre la propia autora exigiría y se merecería capítulo aparte por lo que para mí ambas representan, pero baste decir que esta novela (última e inacabada) es de lo poco que me quedaba por leer de su narrativa (aún tengo pendiente Las Ataduras).
Me gustó como no podría ser de otra forma y me dejó un poco triste ese final inconcluso...
Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi. Cuando la novela se publicó la leía todo gato y soy un poco manías para eso, así que aunque la compré en una edición de esas de coleccionables de kiosco, se quedó en la estantería hasta el día en que la propusieron como lectura en el taller. Una delicia de historia y un excelente personaje este de Pereira.
The Sportswriter de Richard Ford. Lo primero que leo de este americano. Todo el mundo que conozco alaba su obra, y principalmente sus cuentos, pero tengo cierta reticencia hacia las novelas de los escritores americanos contemporáneos (que no a las escritoras ) y la razón está en que varios me han aburrido un poco, tales son los casos de Don De Lillo o Phillip Roth.
Mis contertulios lo leyeron traducido y yo, valiente de mí, me lancé a la edición americana que me costó digerir un poco. No me ha entusiasmado, la verdad. Me cansan ya esos personajes masculinos con unos problemas existencialistas y unas frustraciones que qué sé yo...
La Llama Doble de Octavio Paz. Bienvenidos a un ensayo exquisito y ameno sobre el amor y el erotismo que te permite viajar a través del tiempo recordando estos temas en la literatura y en en el pensamiento filosófico desde Grecia y Roma hasta la actualidad. Me descubrió también bibliografía que me va a interesar mucho. Solo conocía algo de la poesía del Nobel y he descubierto que ha escrito muchísimo ensayo, entonces este no será el último que lea.
De profundis de José Pires Cardoso. También ensayo (muy muy corto) publicado en los primeros tiempos de la andadura de la editorial Libros del Asteroide.
Pires cuenta sus memorias de un triste episodio médico cuando sufrió un ictus cerebral. El tema me interesaba pero el libro me dejó un tanto indiferente. Allí gustó mucho. Cosas que pasan.
Y hubo otras dos más que dejé pasar:
Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos y La Montaña Mágica de Thomas Mann.
El primero ya lo había leído hacía años pero no me apetecía releerlo, además de tener muy reciente la película, y el segundo se marcó en un momento en el que no me apetecía nada y es que ya no leo por obligación, así que lo dejé pasar.
Durante este tiempo acudí a varios actos literarios como la presentación de lo nuevo de Julio Llamazares, de Luis Landero y de Alfonso Zapico que me dedicó mi edición de Dublinés con, además de su firma, un J. Joyce personalizado. Una maravilla este asturiano. Me gustó conocerlo. Después, ya en junio, me regalaron para mi cumpleaños lo último de él: La balada del Norte (Tomo I), novela gráfica sobre la revolución del 34 en Asturias.
Ilustración de cabecera de Daria Petrilli vía Lecturimatges