"¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde!" decía el frenético conejo blanco en Alicia en el país de las Maravillas, corriendo sin parar, estresado... Yo actuaba casi como él el día que llegué a Londres. Tenía poco tiempo por delante y muchas cosas por hacer: repetir lugares, conocer Oxford, volver por las librerías de Charing Cross y pararme a tomar el capuccino en Foyles. Por si fuera poco apretada la agenda, venía también con una restricción dolorosa: "No compres más de uno o dos libros que después te vas a Edimburgo y no puedes sobrecargarte ya los primeros días" (stream of consciousness).
Esto sí que ya era demasiado, aunque intenté salir concienciada ya de casa, pero una cosa es pensarlo y otra muy distinta estar delante de una pila de libros que te interesan y ¡a buen precio!.
Casi todos los objetivos logrados, a pesar de que llegamos al día siguiente del fatídico suceso en Croydon y de que en el Central London había varios establecimientos cerrados ya a las cuatro de la tarde porque querían que sus empleados llegasen a sus casas sin problemas (así rezaba en los carteles de la entrada del Waterstones de Kensington). "England's shame" era el titular del Evening standard de aquel día, pues sí.
Y retomo el asunto de los libros: mi contención se redujo a tan sólo tres libros adquiridos, todos de segunda mano: uno de Ngaio Marsh (escritora de novela negra neozelandesa que conozco gracias a la lectura de Todo lo que sé de novela negra de P.D. James), otro de Caryl Phillips y por último Notes from a small island de Byll Bryson. Los compré en diferentes charity shops. No está mal para haber estado en Foyles, varias de las librerías de Charing Cross y el Waterstones de High Street Kensington, que finalmente pudo reabrir con su horario normal.
Proximamente: Oxford.

Mostrando entradas con la etiqueta Ngaio Marsh. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ngaio Marsh. Mostrar todas las entradas
Suscribirse a:
Entradas (Atom)