Entre abril de 1942 y marzo de 1944, Hélène Berr, estudiante de la Sorbona, escribió un diario, un documento intensamente emotivo, íntimo, conmovedor y atroz, además de un texto de una gran madurez literaria.(Anagrama, 2009)
Ama la música, la naturaleza, estar con los suyos:
Miércoles, 8 de Abril de 1942
[...]Vuelvo de Aubergenville. Hasta tal punto saciada de aire libre, de sol brillante, de viento, de aguaceros, de cansancio y de placer que ya no sé dónde estoy. Sólo sé que he tenido una crisis depresiva antes de cenar, en la habitación de mamá, sin causa normal o visible, pero cuyo origen era la tristeza de ver que acababa este día maravilloso, de separarme completamente de su atmósfera. Nunca he podido acostumbrarme a que las cosas agradables tengan su fin[...]
Se enamora de Jean y él se escapará a África a través de España para luchar desde allí en la resistencia. Antes de que eso ocurra...

[...]Las cosas son más bellas cuando no las he previsto. Toda mi vida me acordaré de esta tarde tan llena. Voy con él a Sant- Séverin, luego vagamos por los muelles, no sentamos en el jardincillo que hay detrás de Notre- Dame. Había una paz infinita.
Pero el guarda nos expulsa a causa de mi estrella. Como estaba con él no he notado esta herida y seguimos caminando por los muelles.
Al final, la tormenta que amenazaba estalla. Es la tormenta lo que recordaré, el ruido de las cataratas de lluvia que bañaban los peldaños de las Tullerías, el cielo nublado y los relámpagos rosas, me habría quedado siglos así.
Hay un discurso de una madurez impresionante para una joven de 21 años:
11 de octubre de 1943
[...] Los católicos no tienen ya el libre juicio de su conciencia; hacen los que les dicen sus sacerdotes. Y los curas son sólo hombres débiles y a menudo cobardes y obtusos. Si el mundo cristiano se hubiese levantado en masa contra las persecuciones ¿no las habrían impedido? Estoy segura de que sí. Pero tendrían que haberse levantado antes contra la guerra, y no pudo hacerlo. ¿Es el Papa digno de tener el gobierno de Dios en la tierra, él, que se muestra impotente ante la violación más flagrante de las leyes de Cristo?
¿Merecen los católicos el nombre de cristianos, cuando si aplicasen la palabra de Cristo no debería existir algo que se llama diferencia de religión y hasta de razas?[...]

Hélène, además de una apasionada de la música clásica, ayuda a niños judíos de padres deportados y es una lectora voraz de literatura de calidad, sobre todo de los clásicos en lengua inglesa:
[...]Hay también algunos libros a los que les tengo cariño por el valor indispensable. Los miro en la puerta del medio, El Prometeo de Shelley, Jude el oscuro y debajo, The Freelands de Galsworthy, La Isla Mágica, con sus vidas de niños tan bien descritas, El Viento de los Sauces, los dos Morgan, Adiós a las Armas [...]
La última anotación del diario pertenece al 12 de Abril de 1944, días antes de su deportación:
[...]¡Horror, horror, horror !
El escrito que llega a nuestros días es gracias a la aportación que hizo su familia al Mémorial del Holocausto de París. Se lo hicieron llegar a sus hermanos tras su muerte en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Tenía 24 años. Sus padres habían muerto allí también un año antes. Su novio también pudo llegar a leer varios de los fragmentos que le dedicaba.
Al final del libro hay un anexo con la vida y los datos de todos los miembros de su familia, una guía de todas las lecturas mencionadas en el diario, una carta que le escribe a uno de sus hermanos el día de su detención y los testimonios breves de su familia.
No diré nada más. Sobran las palabras.
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